domingo, 6 de marzo de 2011

diagnóstico de la disfunción eréctil o impotencia masculina

  1. Historia clínica. Interesa recoger problemas médicos actuales y previos, medicamentos que se estén tomando y antecedentes de problemas psicológicos (estrés, ansiedad, depresión). El médico también requerirá antecedentes sexuales —inicio de la DE, frecuencia, calidad y duración de cualquier erección, etc.— e investigará la motivación para el tratamiento y las expectativas del paciente. La DE es lógicamente cosa de dos, y puede ser apropiado entrevistar a la pareja sexual (cualquiera que sea la preferencia sexual del paciente).
  2. Examen físico. Incluye una exploración del área genital y un tacto rectal (examen del recto con un dedo enguantado). Deben buscarse evidencias de otras enfermedades —hipertensión, diabetes, ateroesclerosis, daño nervioso, etc.
  3. Cuestionarios. Los más utilizados son el IIEF (International Index of Erectile function) y su versión más sencilla: el test SHIM (Sexual Health Inventory for Men).
  4. Pruebas de laboratorio. Se harán análisis de sangre para medir los niveles de testosterona y, si es necesario, los de prolactina para determinar si hay problemas del sistema endocrino. Pueden ser necesarios diversos exámenes específicos para detectar la DE, como pruebas de respuesta eréctil tras inyección de medicamentos que dilatan los vasos sanguíneos del pene, o detección de erecciones nocturnas mediante diversos dispositivos.
  5. Técnicas de radiología diagnóstica. La cavernosometría y cavernosografía de infusión dinámica (DICC) es una prueba en la cual se induce una erección con medicamentos, se mide la capacidad de almacenamiento del pene, se hace una ecografía de las arterias del pene (para medir la presión arterial de estas arterias) y se realiza una radiografía del pene erecto para obtener datos anatómicos precisos. Sólo es necesaria en algunos casos de DE.

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